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El yin y el yang. Una moneda y sus dos caras.
Nunca podremos estar en el mismo bando por mucho que te empeñes, Pai Mei. Somos
polos opuestos y tenemos diferentes metas. Pero los dos debemos existir, y
ninguno de los dos podremos cambiar nuestra naturaleza.
La atractiva joven oriental clavaba sus afilados ojos en
la mirada del inmutable Pai Mei. Su pose en el Dojo de la trastienda “El Dragón
Apacible” era estable, relajada, a la vez que férrea y dispuesta al ataque. Pero
cualquiera que dominara los secretos de las artes marciales podía intuir que la
tensión de su fibrado cuerpo era teatro. Vestía como de costumbre con ropa
liviana y ajustada, sin dejar a la imaginación fantasear como podría ser aquel
bonito cuerpo bajo la ropa. Aquella manera provocativa de vestir, como las
heroínas de las películas de artes marciales orientales realizadas por la
industria americana, era un juego que utilizaba para distraer a sus
contrincantes, creando confusión y lujuria. El dueño de la pequeña librería
sentado en la posición de Flor de Loto escuchaba a la chica.
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¡Qué conste que esto que tenemos es una tregua!
No te acostumbres a la buena vida, pues cuanto más relajado estés, más fuerte e
inesperado será el golpe que te daré.
El pitido de la tetera distrajo a la mujer de ojos
rasgados. El agua estaba a punto. Pai Mei se levantó y con tranquila
parsimonia, como si fuera un ritual para él vertió en el agua caliente unas hojas
secas de té verde. Mientras esperaba a que infusionaran las hierbas preparó dos
tazas y recogió la pequeña cocina. Ella abandonó su fingida pose defensiva
liberándose de la tensión y acabó sentándose en el tatami frente a su taza. Pai
Mei sirvió el té.
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Gracias, Pai Mei – dijo llevándose la taza a los
labios para saborearla – tu té siempre es exquisito, refinado y de muy buen
gusto. Tienes la medida justa tomada para disfrutar de esta bebida.
Dejó la taza frente a ella, en el mantelito de caña que
había colocado Pai Mei en el suelo. Este
dio un cortó sorbo a su taza e hizo un leve gesto con la cabeza de
agradecimiento. Ella realizó algunos estiramientos echando el pecho hacia fuera
y dejando ver un bonito escote y unos firmes pechos.
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Siempre me ha parecido bien la tregua que
tenemos, Imbasy. Y siempre he tenido contigo una pequeña debilidad porque sé
que en el fondo tu alma es buena. Hubo un momento en tu vida en que algo te
empujó a abandonar la buena senda, pero eso no es algo malo. Tienes razón, somos
blanco y negro, y por alguna razón los dos debemos existir en el mismo mundo,
tal vez para ayudar al equilibrio. Y aprovechando la tregua que teníamos quise
darte la oportunidad de enmendar tus errores y reconducir tu vida. Por ello, te
hice el favor de cederte a mis alumnos de artes marciales cuando tuve que salir
de viaje fuera de Barcelona.
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Si me has llamado para darme un discursito sobre
cómo enseñar artes marciales me voy a mi casa. Además, el favor te lo hice yo a
ti.
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Se me han quejado mis alumnos sobre tus
técnicas, y quería hablar contigo para saber si lo que me han contado era
cierto o no – dijo seriamente, su rostro era imperturbable.
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Reconócelo Pai Mei, sigues enamorado de mí… soy
como tu amor no correspondido de instituto – dijo ella haciéndole morritos y mirándolo de manera sexy.
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No se trata de eso, ya lo sabes. Todo aquello
quedó atrás. Éramos de escuelas rivales, de costumbres y enseñanzas muy
distintas. Éramos jóvenes y descarados. El Loto Rojo tiene una filosofía muy
distinta a la de los Dragones de la Tormenta; nuestra historia no tenía futuro.
Pero yo sé que tú eres buena.
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Si Pai Mei, tu eres un dragoncito, y yo soy una
dragoncita. Estamos enfrentados porque tenemos objetivos diferentes, pero por
alguna razón seguimos en el mismo barco. Somos como las dos cabecitas de dragones
de ese adorno de madera que tienes en aquella estantería – dijo señalando –
están unidos en una misma pieza, obligados a entenderse y compartir el mismo
camino, pero encarados. Y ya sabes la respuesta con respecto a tus alumnos, si
no te gustan mis métodos… despídeme. Son unos blandos y necesitan un poco de
mano dura. Tienen demasiadas distracciones – dijo ajustándose el top.
Imbasy dio un largo sorbo al té y dejó la taza en el
suelo. Hizo una reverencia y se marchó contoneando su cintura al caminar. Se giró.
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¿Nos vemos la semana que viene para continuar
con nuestro entrenamiento?
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Así será – afirmó Pai Mei que siguió disfrutando
del té mientras ella se marchaba de la tienda.
Este es un nuevo incensiario, se trata de un entramado de ramas para sostener doble barrita de incienso. Estas estan sujetas por dos cabecitas de dragón enfrentadas.