"Hacía ya un tiempo que aquellos sueños recurrentes habían desaparecido. Todo parecía estar tranquilo de nuevo. Sin embargo la sombra de otras vidas pasadas acechaba como un animal depredador sobre su caza.

Lo único que serenaba su mente eran sus ojos. Dulces y serenos lo acogían dentro de su mirada y le mostraban la belleza de la vida. El amor que ella sentía por él. El amor que él sentía por ella. Sus vidas habian coincidido a lo largo de los siglos, y de nuevo, en un mundo que estaba siendo invadido por la oscuridad y las tinieblas, se habían encontrado. Los sueños le mostraban sus vidas, un caballero Templario, un artista, músico, escritor, ladrón, centurión y saber qué mas... y siempre aparecía aquella sombra que los volvía a separar. Quizá en esta nueva vida, caótica y absurda, a punto de explotar, Jan e Ia por fin puedan descansar en paz."



La Farga de Fusta no es más que un blog en el que recopilo aficiones convertidas en materia palpable y visual. Modelado en Pasta de Madera, dibujos y quizá algo de música y escritura.
Si algo de lo que aparece aquí te puede interesar, te invito a seguir explorando. La mayoría de lo que expongo lo he regalado o realizado por encargo; ahí dejo esta propuesta para aquella persona que que quiera realizar un detalle con otra, pues podría realizar algún pedido.

domingo, 18 de enero de 2015

Carta al Mar


Jan se había pasado casi todo el día paseando por las antiguas calles del gótico de Barcelona. Había callejeado buscando en alguna de las tiendas un regalo para Ía. Ella tenía siempre un montón de detalles con él. Lo último fue en San Jordi aquel libro de supervivencia, y entre otras cosas como notas graciosas o unas botas nuevas, lo que más le gustaba era el colgante que pendía de su cuello; se lo había regalado algún tiempo después de comenzar su relación. Significaba mucho para él, más de lo que se atrevía a imaginar. Aquella curiosa filigrana que asemejaba un reloj de arena no sólo era un símbolo de amor entre los dos, sino también una imagen que le hacía recordar algo de otra vida, o de otras vidas. Aquellas vivencias pasadas que a veces percibía como un sueño, se dibujaban con mayor nitidez cuando estaba con Ía. Jan comenzaba a tener la certeza que ella no era un amor pasajero, ni siquiera el amor de “hasta que la muerte os separe”, era mucho más. Era un amor que había nacido hacía mucho, sus almas se habían encontrado por primera vez en alguna época de algún siglo pasado, y por razones que desconocía, sabía que algo se había interpuesto entre los dos. Sin embargo, a pesar de todo, el destino los volvía a unir.

Jan nunca había pensado en todo aquello detenidamente hasta que se encontró entrando en una tienda de objetos de decoración, aromas, perfumes, hierbas aromáticas, tes e infusiones, inciensos, muebles antiguos, libros viejos, cuadros, ilustraciones, telas y ropas de diseños exóticos, y un montón de cosas más, todo manufacturado por diferentes creadores de Barcelona. El local era muy amplio, y reciclaba un antiguo horno en desuso. Aquel negocio ponía a relucir el joven y desconocido talento de muchos artistas sin nombre. Muchas de las cosas que habían expuestas a la vista se tenían  precios elevados, pero la exclusividad tenía un coste. Gran parte de lo que había a la venta no estaba hecho ni en moldes y ni  en serie, sino pieza a pieza y mano a mano. Incluso los vestidos que seguían el mismo patrón, cosidos por diseñadores desconocidos, tenían matices que los diferenciaban unos de otros, ya fuera por los tintes o porque llevaban dibujos exclusivos para esa pieza.

Merodeando entre tantos objetos, Jan se detuvo ante una pieza que le llamó la atención. Se trataba de un incensario hecho de madera. Parecía una nave marítima algo deformada que estaba arropada por unos troncos de árbol con ramas que parecían fuertes brazos acabados en manos que abrazaban el barco. Tenía muchos detalles, entre estos unos graciosos ojos escondidos entre hojas pequeñas que imitaban a unas cejas y pestañas. Acompañado de este objeto para quemar incienso iba una carta escrita en papel, que parecía antigua, imitaba a un pergamino. Jan leyó la leyó. Supo al acabarla que aquello le encantaría a su novia. Iba a tener que hacer algunas horas extras en el Noctámbul, pero merecía la pena. Su amor por Ía era incondicional e iba más allá del tiempo, de la vida y de la muerte. En la ciencia hay numerosas formulas que  lo miden casi todo, incluso la mayoría de los fenómenos de la naturaleza, sin embargo nadie ha podido desarrollar una fórmula que pueda medir una de las fuerzas más brutales del Universo: el amor.

“Sobre la corteza arrugada que se desprende de nuestros cuerpos, con la salvia que todavía fluye por nuestras venas entrecruzadas, escribo esta carta. Viajará por el mar, a merced de las olas caprichosas, y volverá a la tierra, donde alimentará el espíritu de nuevas historias de amor eterno.



Hace tiempo que navego sobre las aguas que bañan el mundo, perdida y sin rumbo, hasta que noté de nuevo el fuerte abrazo de mi amado y que me devolvió a la vida. Siento el calor de su sangre alimentando la mía. Siento el ardor de su piel ancestral acariciando mi piel. Es diferente a como la recordaba, pero es la suya. Nuestro amor es recio como el ramaje que envuelve mi cuerpo. Nuestro amor es verdadero.



No recuerdo la primera vez que levanté las raíces de la tierra para explorar el mundo. No recuerdo por donde viajaban mis pensamiento, pero si recuerdo el momento en el que conocí a mi inmortal y fiel compañero. Me viene  a la memoria la agradable dureza de su tez al contacto con la mía. Notando sus afectuosos brazos, fuertes, conduciendo los míos hacia el cielo abierto, guiándolos hacia la luz cálida del sol. Escuchando el murmullo de sus brotes jóvenes. Imagino la primera vez que danzamos juntos, como nuestras pieles desnudas bajo el cielo cubierto de estrellas, con la gracia del viento, y la dulce melodía que improvisaba la naturaleza viva y salvaje. Compartimos nuestro tiempo, nuestras vidas, éramos dos y éramos uno. Unimos nuestras raíces en un sueño maravilloso al mismo tiempo que todo giraba a nuestro alrededor y todo cambiaba.



Desperté una mala noche y él no estaba a mi lado. Lloré todas mis hojas. Perdí la esencia de mi ser. Me sentí mareada, perdida en un mar agitado, revuelto y tormentoso. Amputaron mi cuerpo de la tierra haciendo que olvidara quien era yo. Intente despertar de aquel mal sueño. Intenté dejar atrás aquel lastre que me había sepultado, grité el nombre de mi amado, lloré de nuevo e inundé el mar de dolor dejando un viejo rastro ambarino tras mi paso. Modelaron mi carne de madera y me transformaron. Ya no podía elegir el rumbo de mi vida. Poco a poco noté el dulce sopor que embriagaba mis ramas rotas, y un espejismo me atrapó para siempre.



Entonces un día desperté de nuevo sintiendo su candido abrazo. Desde las tierras más lejanas había cruzado el mundo, tierra y mar, dejando atrás sus raíces hasta encontrarme. Ahora nos balanceamos al son de las olas del mar, a la deriva, abrazados, inseparables. Me encontró mi amado. Su salvia es fuerte y la comparte conmigo. Vuelven a brotar nuevas ramas jóvenes sobre mi tronco. La vida vuelve a la madera quebrada de mi ser.



Siempre mío, Tall Verd

Te quiero

Siempre tuya, Fulla Lila"









No hay comentarios:

Publicar un comentario