"Hacía ya un tiempo que aquellos sueños recurrentes habían desaparecido. Todo parecía estar tranquilo de nuevo. Sin embargo la sombra de otras vidas pasadas acechaba como un animal depredador sobre su caza.

Lo único que serenaba su mente eran sus ojos. Dulces y serenos lo acogían dentro de su mirada y le mostraban la belleza de la vida. El amor que ella sentía por él. El amor que él sentía por ella. Sus vidas habian coincidido a lo largo de los siglos, y de nuevo, en un mundo que estaba siendo invadido por la oscuridad y las tinieblas, se habían encontrado. Los sueños le mostraban sus vidas, un caballero Templario, un artista, músico, escritor, ladrón, centurión y saber qué mas... y siempre aparecía aquella sombra que los volvía a separar. Quizá en esta nueva vida, caótica y absurda, a punto de explotar, Jan e Ia por fin puedan descansar en paz."



La Farga de Fusta no es más que un blog en el que recopilo aficiones convertidas en materia palpable y visual. Modelado en Pasta de Madera, dibujos y quizá algo de música y escritura.
Si algo de lo que aparece aquí te puede interesar, te invito a seguir explorando. La mayoría de lo que expongo lo he regalado o realizado por encargo; ahí dejo esta propuesta para aquella persona que que quiera realizar un detalle con otra, pues podría realizar algún pedido.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Un libro fuera de lugar



La tienda de Pai Mei prácticamente era el centro neurálgico del Aquelarre de Barcelona. Un lugar protagonista, donde siempre ocurría todo. Tantas cosas habían pasado, que enumerar la historia de aquella tiendecita podría llenar muchas páginas de algún libro de intrigas, asesinatos, esoterismo, drama y acción.

Aquella mañana el dueño no estaba atendiendo  “El dragón apacible” como solía hacer, otros asuntos le entretenían. Sin embargo la tienda estaba abierta. Pai Mei había contratado a Mel para ayudarlo a llevar el negocio. No tenía un horario fijo establecido, de forma que Mel cubría a Pai Mei cuando este no podía abrir. El oriental no confiaba plenamente en el juicio de su nuevo ayudante, pero era su amigo y quería echarle una mano. Además, de esta forma él disponía de más tiempo libre y le daba una oportunidad a Mel para ganar algo de dinero. Desde que habían llegado Jan y él a la ciudad, habían estado haciendo pequeños trabajos o encargos sin importancia de lo que les surgiera, y nunca sin un lugar fijo para dormir. Pai Mei, siguiendo con su filosofía debía darles una oportunidad, y más ahora, que habían entrado a formar parte del Aquelarre roto de Barcelona. Los antiguos militantes, Lorenna y Willow, seguían desaparecidos en algún lugar o en algún tiempo. Mel y Jan eran en aquel momento los únicos que tal vez pudieran ayudar Chili y a él a encontrarlos. Y el pobre de Seth había fallecido.  El Agujero de la No Realidad que había arrastrado a sus dos queridos amigos a un lugar de incertidumbre y que había contagiado y envenenado la mente de Mel, robó toda la esencia de vida Seth, y no pudo recuperarse después de meses en un hospital.

Mel miraba Internet. Como de costumbre, se pasaba la mayor parte del tiempo que estaba en la tienda navegando por doquier. A veces colocaba algún libro nuevo que llegaba a la tienda o limpiaba el polvo, pero Pai Mei lo tenía todo escrupulosamente ordenado y catalogado y no quería que Mel hiciera algún desastre. Era una persona inteligente pero también impredecible. Siempre había tiempo libre en la tienda pues poca clientela entraba en aquel negocio a lo largo del día. Estaba tan centrada y dedicada a unos temas en concreto que tan sólo acudían estudiantes, profesores o personas interesadas en historia o filosofía.

Mel estaba distraído en sus búsquedas. Las campanillas de la entrada sonaron. Ia entraba en la tienda, alegre como siempre y vestida con unos ajustados tejanos y un jersey lila ceñido, una cazadora negra y unas botas con tacón bajo. Llevaba el pelo largo y rubio recogido en una coleta. A Mel no terminaba de caerle bien aquella chica, pero tragaba porque era la novia de su mejor amigo. Aunque aquella también era la razón por la cual no le simpatizaba: Jan disponía de menos tiempo para estar con él desde que salía con Ia. Mel sospechaba que ella no era todo lo que aparentaba: una chica guapa, con cara de inocente y aspecto tímido pero a la vez un porte atrevido y dispuesto a todo. Le parecía muy extraño que hubiera tenido que abandonar  Ucrania para mal buscar trabajo en Barcelona y vivir ilegalmente, teniendo en cuenta que tanto ella como su hermano eran personas con talento. Ella había aprendido con facilidad el castellano y el catalán, y tenía una destreza inusitada, y su hermano tocaba el violín virtuosamente en las calles para sacar dinero. Lo único que la salvaba era que había accedido a darle algunos consejos y echarle una mano para su finalmente conseguida cita con Chili. Las dos chicas se habían hecho muy amigas trabajando en el Noctambul, el pub de Raven, así que su colaboración era bienvenida.

-          ¡Buenos días, Melcior! ¿Qué tal va la mañana? ¿Mucha faena?
-          ¡No, no, no me gusta que me llames así, llámame como todo el mundo, Mel, y si no… no me llames! Buenos días.
-          Oh, perdona, encanto, tengo la costumbre de no abreviar los nombres, pues forman parte de lo que es una persona. Y Melcior es bonito. Acortarlos es como amputar una parte de la personalidad y utilizar diminutivos es como esconder lo que uno es en realidad para huir de uno mismo. ¿No crees?
-          No, no creo. Todo eso es un rollo, tu castellano es perfecto. No hace falta que continúes las practicas de  idiomas con Pai Mei, te suelta demasiadas tonterías metafísicas – dijo Mel sonriendo – aunque a él si que le hace falta perfeccionar un poco, que parece mentira el tiempo que lleva aquí viviendo… como habla a veces…
-          No seas tan malo, Mel – respondió Ia caminando hacia el mostrador.

Ella se acercó a Mel para darle dos besos. Este cerró de golpe la tapa del ordenador portátil y miró con disimulo hacia el techo y poniendo cara de inocente. Se saludaron cortésmente.

-          ¿Cuándo besas a Jan, siempre eres tan babosa? – preguntó Mel haciendo como si se limpiara los mofletes – Tienes unos labios rasposos. Por cierto, Pai Mei no está, yo estoy al mando de la tienda – dijo seriamente – tengo mucho trabajo, no puedo entretenerme, así que si no tienes nada importante que decirme, vete. ¿Te puedo vender algún libro?
-          Mel, por favor… nunca terminaré de entender el humor tan extraño que tienes. No sé ni porque te ayudo con Chili, esa actitud que tienes conmigo no funcionará con ella. Si yo fuera ella, conociéndola, te hubiera puesto fino y de un guantazo y una patada en los genitales no te salvaría nadie.
-          Mujer… - Mel hizo un sonido extraño con la garganta parecido al sonido de apareamiento de los pavos - tampoco es para tanto, perdona, a veces no sé lo que digo. Pero sobretodo, no le digas nada a Jan, por  favor – dijo con cara de pena y repitió aquel sonido mientras Ia ponía cara de póker.
-          Tranquilo. No le diré nada. Me marcho, pero antes quería dejarte un libro para Pai Mei. Una amiga me regaló un libro que compró por Internet, y resulta que yo ya lo tenía, así que lo tengo duplicado. Y he pensado que como Pai Mei vende libros… - Ia le enseñó el libro – pues podría venderlo aquí y me saco algo de dinero.
-          Ah, si, claro, muy bien pensado – Mel lo ojeo por encima, al final había alguna ilustración, le llamó la atención una en la que había una fachada de un edificio, y en una ventana se podía ver una silueta aumentada por una lupa – ¿de qué trata el libro, religión, política, filosofía,…?
-          Pero que dices, Mel – contestó Ia riendo y golpeándole amistosamente el brazo – mira, es una novela de amor romántico festivo,  con toques sobrenaturales, con misterios, asesinatos,… Los protagonistas son unos chicos muy guapos que tienen una banda de rock oscuro y metal… bueno, del estilo que escucha Chili y Jan. El protagonista de esta historia me recuerda un poco a Jan. Que por cierto – le dijo Ia en confidencia – sé que él lo está leyendo a escondidas – y soltó una risotada divertida y cristalina.
-          No me puedo creer lo de Jan – respondió con una sonrisa intentando imaginar a su amigo escondido en algún rincón o metido en un armario con una linterna leyendo el libro -  y déjalo ya,  por favor, que me contarás toda la historia. A lo mejor me lo leo y todo, me encantan ese tipo de historias  y los culebrones. Déjame ver – Mel miró la portada – “Fost, Alma de Fuego” por Prisca Nerin, una ilustración de un fuego salvaje y una sombra misteriosa con la mirada perdida en el horizonte en la portada… - decía por lo bajo Mel.
-          ¿Pues te parece bien que lo deje aquí para vender? Cuando quieras leerlo, te presto el mío.
-          Sí, me parece estupendo. A Pai Mei no le importará.
-          ¡Muchas gracias! – dijo Ia alegre y a punto de despedirse – pues ya me marcho, que a las doce tengo trabajo. Si te parece bien lo dejo en la estantería del expositor de la calle, así se verá más como novedad, porque esos libros que tiene Pai Mei expuestos parece que nunca han sido movidos del sitio. Quizá así la gente se anime a entrar en la tienda – Ia colocó el libro a la vista, apartando cariñosamente a Gizmo que descansaba sobre el lomo de una de aquellas antigüedades –  ¿estarían en la tienda cuando Pai Mei la compró? – se preguntó por lo bajo mientras abría la puerta - ¡Adios, Mel! ¡Dale a Pai Mei las gracias de mi parte!

Mel levantó la tapa del portátil  para reiniciar su búsqueda. Vio a través de la cristalera del establecimiento como la rubia se marchaba. Sin duda pensó que la influencia de Ia en Jan se había hecho notar en su amigo, había cambiado; pero en aquel momento también se dio cuenta de la huella de Jan en Ia. Pensó que estaban hechos el uno para el otro. Sus almas se habían encontrado y habían conectado. Se alegró por ambos. Una lágrima se escapó de sus ojos acuosos. Se limpió. Él sabía que aquello no le podría ocurrir nunca, su alma estaba contaminada y condenada a perderse en el vacío sin retorno. Se ajustó las gafas sin cristal y buceó en la red.


Esta es una ilustración de la novela citada en el minirelato. Tendría que haber unas cuantas más ilustraciones, pero "tempus fugit", así que no he podido profundizar ni acabar otros bocetos que tenía en mente. Ya llegarán cuando pueda ser, todo a la vez es complicado de compaginar.

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