Pai Mei se levantó cansado. Se aseó. Bajó las escaleras
de su piso hasta acceder a la pequeña tiendecita llamada “El Dragón Apacible”. En
la trastienda, preparada con un pequeño tatami para dar clases de artes
marciales, hizo los ejercicios matutinos. Meditó. Tomó el té y después de una
ducha y vestirse adecuadamente subió la persiana exterior del local. Era un poco tarde aquella mañana para abrir la
pequeña librería, pero la noche anterior había sido de esas que eran moviditas. El negocio tenía que seguir adelante a pesar
de todo, así que el hombre oriental abrió para trabajar normalmente. A Chili se
le había metido en la cabeza que alguien la estaba espiando, que se colaban en
su piso del gótico y la observaban. Como vivían casi calle con calle, el Maestro
Dragrón había acudido a la a casa de su amiga para ayudarla a descubrir que
ocurría en su casa.
Estaba colocando unos libros nuevos que le habían llegado
por correo en las estanterías, cuando la campanilla de la puerta sonó al
abrirse. Guizmo, que remoloneaba entre los libros y budas expuestos en el
escaparate, apenas se sobresaltó. Se sentó sobre uno de los libros más viejos y
allí descansó sus posaderas, expectante del tráfico humano que circulaba por la
calle aquella mañana. Apenas prestó atención al hombre que había entrado en la
tienda.
- ¡Buenos días! – era un joven de unos veinte años, de
aspecto corpulento, vestido con un uniforme de trabajo. En el logo que llevaba
la sudadera ponía: “Transporte Express”.
- Buenos días – Respondió Pai Mei en tono cortés. No
esperaba ninguna mercancía aquella mañana.
- Traigo para usted un encargo… aunque… ¿esto es Banys Nous,
el Dragón apacible, verdad? Pensé que sería un restaurante chino – dijo rascándose
la cabeza y revisando el albarán de entrega.
- ¿Restaurante? No, esto es una librería, como puede
observar… tengo libros, no cartas de menú. Por qué lo dice usted… en principio yo no esperaba
nada.
- No, señor, lo tengo todo muy bien anotado, seguro que
es aquí… por cierto, qué es ese olor… huele bien, ¡buena hierba!
- ¿Hierba? Se trata de incienso – Dijo Pai Mei señalando hacia
un incensario de madera en el que se quemaba una barrita de mirra artesanal – Déjeme
ver esos papeles, por favor.
- Bien… aquí tiene, yo voy por faena que tengo el camión
mal aparcado.
El dueño de la tienda se acercó al joven que olía a sudor
rancio. Cogió la documentación y la revisó. Estaba claro que era su tienda,
había una nota escrita: “Dragón Apacible, Calle Banys Nous. Gatito en la
entrada. Entregar 100 Kg de arroz al chino de la tienda, se llama Pai Mei.
Firmado Mel”. Cuando salió de su asombro,
el joven transportista y otro compañero dejaban el décimo y último saco de
arroz que habían ido metiendo en la tienda.
- Bueno señor, ya está. Le dejo este sobre que viene con
la carga – Le tendió un sobrecito de color rosa con topitos verdes y un dragón
infantil dibujado. Extendió la mano
hacia el oriental esperando una propina.
- ¡Bueno, muchas gracias, que tengan un buen día! –contestó
Pai Mei estrechándole la mano pensando
que era una formal despedida, y los acompañó hasta la puerta.
Miró asustado aquellos diez bultos y leyó con resignación
la carta:
“Nota de agradecimiento. Muchas Gracias, Pai. Eres un
colega. No sabíamos que regalarte por ser tan buen tío y aguantar con tanto
aplomo nuestras chorradas, sobretodo, las excentricidades de Mel. Por
preocuparte por nosotros, por darnos cobijo cuando nos quedamos sin pasta y no tenemos
donde meternos… en fin… Mel dice que te encanta el arroz, y llevas un cojón de
meses alimentándote solo de arroz, así que nos hemos gastado nuestros
ahorrillos en un arroz súper bueno, que han traído especialmente desde China.
Gracias por todo, Jan y Mel. PD: Espero que nos invites un día a comer, por lo
menos. PD: La horterada del sobre es cosa de Mel”.
Tres incensiarios, uno de ellos pintado con acrílico. Otro con bárniz, y otro betún de judea y bárniz. La motivación de cada uno de ellos es la naturaleza en un estado de vida propia, intentando buscar el espíritu de esta en el objeto que moldeo. Esto es sin duda influencia de Corte Feérica, influencia del mundo de Tolkien, de las Sagas de Fantasía y Magia, tanto novelas, películas, series o comics, y sobre todo de Ars Magica y todas sus Regio.
Cómo me he reído con la carta de Jan y Mel :) Pobre Pai Mei, lo que tiene que aguantar... ¡le va a coger un estreñimiento de campeonato!
ResponderEliminar